El concierto estaba previsto a comenzar alrededor de las ocho de la noche, pero inclemencias del tiempo habían atrasado la entrada de todos sus fanáticos al Coca Cola Music Hall.
De camino a la entrada se escuchaba la emoción de las personas al poder ver a su artista. Muchos de los comentarios, entre los fanáticos, fueron que no importaba lo que pagaron, valía la pena ver a «su Pablito», como muy cariñosamente le llaman. Mientras tarareaban sus canciones e intercambiaban fotos del artista, el público, muy emocionado, se alista para hacer su entrada.
Dando inicio con su acústica guitarra, el público entusiasmado comienza a gritar. Para luego, Alborán, con su dulce voz, saludar a San Juan. «¡Buenas noches, Puerto Rico! Tantos años sin vernos, qué rico estar en esta isla que tanto quiero».
Así expresó Pablo, seguido de su gran éxito «Desencuentro». Luego con su canción «Eco» junto a la presencia de un piano de cola en el escenario, transmite esa emoción, con sus altos y bajos, que solamente sabe hacer.
Con sus «falsetes», sus miradas plasmadas en las pantallas a los dos lados del escenario, los juegos de luces con formas cuadrados en neón, el piano y su guitarra; hace que sus fanáticos reaccionen de encanto.
En su repertorio, interpretó canciones donde no fue necesario ningún tipo de instrumento, que no fuera su voz. Cabe destacar que, sin duda alguna, fue el mejor instrumento de la noche.
Pablo Alborán estaba muy coqueto con sus fanáticos, lanzaba besos y se acercaba a ellos para saludar desde la tarima. Contó con un público que se estremecía al escuchar el cambio de algunas de las letras de sus canciones y remplazarlas por «Puerto Rico».
El cantautor español nos regaló una velada increíble e íntima, donde interpretó, sin interrupciones, 23 temas de sus canciones más conocidas por sus fanáticos.
Al finalizar su concierto, mirando a la pantalla y cantando suavemente, con una gran melancolía, presenta un emotivo homenaje a Pablo Milanés; cantautor y músico cubano que falleció un día antes de la presentación de Pablo Alborán en Puerto Rico.
Colaboración: Nilmarie Albaladejo